El sistema digestivo, circulatorio y respiratorio son sistemas vitales que trabajan en conjunto para mantener la salud y el bienestar del cuerpo. El sistema digestivo se encarga de la digestión de los alimentos y la absorción de nutrientes. El sistema circulatorio se encarga de transportar los nutrientes a cada parte del cuerpo. El sistema respiratorio se encarga de llevar oxígeno a los órganos del cuerpo y eliminar dióxido de carbono.
El sistema digestivo comienza en la boca y se extiende hasta el intestino grueso. Los alimentos son masticados y mezclados con la saliva en la boca, donde comienza la digestión. El alimento pasa a través del esófago hasta el estómago, donde se mezcla con jugos digestivos para ayudar a la descomposición de los alimentos. El alimento luego pasa al intestino delgado, donde se absorben los nutrientes.
El alimento no digerido luego pasa al intestino grueso, donde se elimina como desechos. El sistema circulatorio se compone de una red de vasos sanguíneos, como arterias, venas, capilares. El corazón bombea la sangre a través de los vasos sanguíneos para llevar nutrientes y oxígeno a todas las células del cuerpo. La sangre también transporta dióxido de carbono y desechos de las células hacia los pulmones, donde se elimina.
El sistema respiratorio es el encargado de transportar oxígeno a las células del cuerpo. Está compuesto por los pulmones, el diafragma y los bronquios. Cuando se inhala, el diafragma se expande, lo que permite que el aire entre en los pulmones. Los bronquios transportan el aire hasta los alvéolos, que son las unidades más pequeñas del sistema respiratorio. En los alvéolos, los glóbulos rojos absorben el oxígeno y los glóbulos blancos eliminan dióxido de carbono. El oxígeno luego es transportado a los tejidos del cuerpo a través de la sangre.